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Museo del chocolate

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Hace veinticinco años, el famoso fabricante de chocolate Hans Imhoff, en aquella época principal accionista de Stollwerck, con la inauguración del Museo del chocolate en la península de Rheinau, el antiguo puerto de aduana, uno de los destinos más visitados de Colonia, hizo realidad un sueño que tenía guardado en el cajón desde hacía tiempo. La idea nació 18 años antes cuando, durante el traslado a la sede central de Stollwerck, se dio cuenta de que en la planta de producción había un gran número de elementos dignos de formar parte de la colección de un museo. En 1991, Hans Imhoff compró al ayuntamiento una amplia zona en el extremo norte de la península que incluía la oficina de aduana del puerto, construida en 1896, la Torre Malakoff de 1854 y el puente giratorio de acero, el más antiguo de Colonia, sobre el Reno. Fritz Eller, noventa y nueve años en la actualidad, se encargó de la reestructuración y la ampliación para restituir al histórico edificio de aduana su esplendor anterior a la guerra, tras la cual solo había sido objeto de intervenciones de emergencia. Durante la asignación de las obras, valoradas de manera positiva por las autoridades encargadas de la protección de los bienes culturales, el edifico de aduana fue incluido en la lista de monumentos de Colonia. Tan solo 13 meses de obras después, el Museo del chocolate de Imhoff fue inaugurado solemnemente en 1993.  Al norte, en el extremo del puerto, el arquitecto construyó un pabellón de cristal con forma de proa donde se encuentra la línea de producción realizada en exclusiva para el museo y la fuente dorada de tres metros de altura en la que mana el chocolate. En la fachada occidental de la antigua construcción, orientada hacia la ciudad y hacia el puente giratorio, Fritz Eller encastró entre las dos torres del edificio histórico el cubo de cristal donde se encuentra el invernadero tropical realizado en colaboración con la Universidad de Bonn y donde, naturalmente, se pueden admirar entre otras especies las plantas de cacao. En el lado sur, el proyecto se completa con un edificio de oficinas de forma semicircular.  Con motivo del 25° aniversario del Museo del chocolate, la antigua iluminación exterior, caracterizada por el uso homogéneo del color azul en todas las fachadas, fue sustituida por una iluminación de led que hace visible el conjunto desde lejos y desde la orilla opuesta del Reno. Ahora, el histórico edificio de aduana domina la escena nocturna: la estructura y los detalles de la fallada se enfatizan con un escenario luminoso de agLicht, que renuncia al uso de luces en color a favor de una cálida luz blanca.  Los proyectores de Ied MaxiWoody, instalados sobre poste y en las fachadas adyacentes, incorporan lentes Opti Smart que aseguran una distribución particularmente homogénea de la luz sobre la piedra natural y sobre el enlucido de la fachada histórica. Esta iluminación se integra con empotrables de pavimento Light Up Earth con óptica Wide Flood que crean un juego de luces y sombras sobre los detalles. Los proyectores iPro se suman con discreción a la construcción de acero del puente giratorio y esta solución integrada ensalza el valor de ingeniería de la obra. El edificio semicircular de oficinas, situado en el lado sur, está caracterizado por una rejilla subrayada por 114 luminarias Trick con efecto lama de luz a 180° que están instaladas, en la parte superior, en el centro de las ventanas. De este modo, cuando se apagan las luces de las oficinas, el edificio parece flotar sobre la base revestida de aluminio en la que está colocado. En el vestíbulo, desde donde se distribuye el tránsito interno de la estructura -tanto en horizontal como en vertical- hacia la entrada principal del museo, la cafetería, el ropero, la taquilla y la zona de servicios, los proyectores iPro instalados y perfectamente integrados en el techo dejan caer una luz homogénea, difusa y acogedora muy similar al efecto de la luz natural, mientras que los empotrables Laser, utilizados en la zona del ropero y de la pared de exposición curva, facilitan la orientación contribuyendo a dar vida a la atmósfera luminosa.


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  • Año
    2018
  • Cliente
    Museo del Chocolate - Christian Unterberg-Imhoff
  • Proyecto arquitectónico:
    Fritz Eller
  • Proyecto luminotécnico:
    a+g Licht - Daniel Walden y Michaela Zientek
  • Foto
    Hans-Georg Esch